SE INAGURA ESTA SECCIÓN DE:
¡CUENTOS CORTOS Y MICRORRELATOS PARA SENTIR!
!ANIMAROS¡
(los 1º enviados por Felipe)
El día en que la luna tuvo sabor
y melodía
Las
gotas de lluvia de este día gris y somnoliento se irradian en el espejo de
cuerpo entero de mi armario. Diminutas gotas atléticas compiten entre ellas por
llegar al marco de abajo de mi ventana verde. Carrera baldía que no tiene
pódium, ni himnos, ni medallas.
Al
fondo del patio de mi casa, que es particular, adivino la sombra con olor a
tortilla de patata de mi vecina que prepara cena, con cariño y cebolla.
Pasan
ante mí, imágenes del pasado reciente, que se esconden detrás del perchero,
donde cuelgo mi abrigo nuevo. De las entrañas de mi ordenador nacen bemoles,
escalas y sostenidos; que se juntan, agitan, baten y sacuden para germinar de
nuevo en forma de “Réquiem” de Mozart, que llena mis oídos y envuelve mi alma.
Grandioso Mozart.
La
tortilla amarilla y reluciente abandona su caliente cuna y se eleva más allá de
las nubes donde busca crecer y decrecer cada veintiocho días.
Las
barrigas de los hijos de la vecina entonan el réquiem a la cena desaparecida; y
las gotas de lluvia, ajenas a todo, hacen carreras de vallas sobre cadáveres de
mosquitos.
Felipe
SUEÑOS QUE VIVIÓ
Era
un día de invierno.
Él
suele pasear por el Centro Comercial; donde los de su edad, con mirada cansada,
charlan de otros tiempos y de lo ‘mala’ que está la vida; entre tiendas con nombres
en inglés y música que tergiversa las ideas. Allí no hace frío.
Ese
día, llegando a su Plaza en el Barrio del Oeste, notó que rejuvenecía: sus
piernas eran ligeras, sus entradas fueron flequillo rebelde, sus ojos vivarachos.
Había pasado por la tienda infantil donde comprara barquillos a dos reales.
Bajo
las estrellas que nacían, no sintió frío ni calor. Solo paz.
Felipe.
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Estoy ahi,
en la brisa que acaricia tu cara,
en la suavidad de la arena de la playa,
en la gota de agua del océano,
en el aroma de las flores,
en lo salado de una lágrima,
en el alboroto de una risa.
Estoy ahi,
en lo infinito, en el presente, en la nada,
en el resplandor de la luna llena,
en la puesta de sol de un atardecer,
en el silencio de una noche estrellada,
en los acordes producidos por una guitarra,
en el canto alegre de un fado.
Estoy ahi.
Carmen Alonso.